Dos sociólogos y un estudiante de la UBA expresan sus razones sobre la popularidad del Movimiento Rastafari en la actualidad y la imagen creada a su alrededor, que en muchos casos es adoptada por personas que sólo pretenden aparentar algo
"Los estereotipos son formas que tienen las personas y los grupos de personas de identificarse y de identificar a los demás. Puede ser mediante hábitos, costumbres, creencias y todo lo relacionado con la cultura. Tiene que ver con un estilo de conducta, de vestirse, de hablar, de pensar, de comportarse frente al otro", dice el sociólogo Ignacio Delgado.
Para empezar es pertinente aclarar qué es un estereotipo. La definición anterior arroja que es muy importante la visión del otro. Uno se comporta de tal o cual forma para demostrar ser parte de algo. Según la Real Academia Española es una imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad. Para ir más allá, cabe definirlo como exageraciones inflexibles de las tendencias o atributos reales.
Lucas Sosa es estudiante de sociología de la UBA y sobre la cuestión agrega: "Es una imagen muy regular en una sociedad. En general siempre va a haber diferencias entre lo que una persona interpreta de un estereotipo en particular, pero el imaginario común va a mantener una regularidad de características esenciales.
A este aporte se le podría agregar que el estereotipo conforma una imagen global, más pasional que real, con que se pretende definir a la generalidad de los individuos de un grupo social.
Con una primera aproximación hacia estos términos, la pregunta que surge es: ¿Qué necesidades llevan a una persona a adoptar un estereotipo?
La mayoría de nuestros entrevistados coinciden en que el ser humano en todas las culturas, regiones, países y continentes tiene la necesidad de pertenecer y eso hace que se sienta mas seguro, que no esté solo, que busque compañía. Siempre con la condición de encontrar personas que compartan ciertos valores o ciertas creencias.
“Si posamos la vista hacia el lado opuesto, es decir, en quienes observan a los que forman parte de un grupo, las necesidades de estos por encasillarlos en un estereotipo se dan en pos de facilitar la manera de pensar sobre el otro”, expresa Sosa.
Esto demuestra que la idea de creer en la existencia de los estereotipos se ve alimentada no solo por las personas que forman parte de esta categorización y que inconscientemente hacen su aporte, sino que en muchos casos el concepto se ve alimentado por quienes observan el fenómeno y necesitan identificarlo con algo. En algunos casos el desconocimiento del tema y el hablar desde la ignorancia, puede generar equivocaciones y errores en estas clasificaciones.
Todos estos asuntos están relacionados con la idea de la imagen. Delgado afirma que en algunos casos uno tiene una vida donde el grupo lo forma a la persona en un ámbito profesional, espiritual o intelectual. Allí hay un contenido, un aporte mutuo del grupo hacia la persona y de la persona hacia el grupo. Hay otras cosas que son más pasajeras y tienen que ver con la moda. Estas últimas satisfacen otros intereses y otros deseos, pero son efímeros. En ciertos casos es difícil diferenciar los grupos que realmente buscan una formación para sus miembros y los que no. La imagen puede persuadir y producir confusiones, pero la realidad es que cuando un grupo centra su importancia en lo visual, deja de lado lo esencial. Esto se da en gran parte porque no hay contenido mas allá de lo que se ve.
De todas formas hay algunas relaciones en ambas posturas. Los dos reconocen la interacción de miembros con características similares, y cuando estos funcionan como conjuntos pertenecientes a una misma clasificación, se denominan grupos de pares.
Por otro lado, cuando se aborda esta temática es común escuchar que los estereotipos son una forma inferior de pensamiento por no coincidir con la realidad. El sociólogo Andrés Vallejo sostiene que no se trata de inferior o superior, que los estereotipos no son buenos ni malos, sino necesarios para la interpretación de la vida cotidiana de los sujetos que viven en una sociedad determinada. Por su lado, Sosa agrega: "Hay ciertos momentos en la vida que uno necesita sentir que forma parte de algo, sobretodo si te pones a pensar en los estereotipos urbanos de hoy en día, donde la mayoría son todos adolescentes. Es mas un momento, en donde uno se siente perdido, desaferrado de la vida y de repente encuentra un lugar en donde cree que son todos iguales a uno".
En el caso de los adolescentes es muy común que se adopten valores de un grupo al cual se aspira pertenecer, ya que puede servirle para conseguir elevación dentro de ese ámbito y facilitar su adaptación una vez que llegó a formar parte de él.
Inferior o no, a este término por lo general el común de la sociedad lo asocia con algo negativo. Delgado dice que es por prejuicio, que en general en la sociedad hay mucho de esto. Como los adolescentes tienen esta cuestión de buscar identidad constantemente, sufren prejuicios. La gente piensa mal de alguien porque va a recitales o a la cancha, y se creen que ese es un vago que no estudia y anda en la droga. Por su parte Sosa expresa: “Siempre va a tener una connotación negativa la palabra, pero no tendría porque tenerlo, si lo pensás fríamente no tiene nada de malo tener características comunes con otros”.
El estereotipo Rasta
En los últimos tiempos las tribus urbanas tomaron una considerable importancia dentro de las grandes ciudades. Cada vez surgen más categorizaciones y nuevos grupos de pertenencia. El estereotipo de los Rastas se volvió muy popular en Buenos Aires, quizás por esta cuestión de que el Movimiento tuvo su origen en un tiempo no muy lejano o tal vez pudo haber sido por la relación con la música reggae, que se tornó tan importante en esta región.
“Tiene que ver con intentar mostrar un imaginario ideal sobre una realidad diferente en la que se vive. Hoy por hoy en las ciudadesmuy pobladas se vive al límite, al borde del estrés, con mucha velocidad y principalmente con falta de tiempo para relacionarse personalmente con el otro. El vínculo está en permanente peligro. Contrariamente el estereotipo del Rasta muestra una figura con tiempo, despreocupado, relajado y que posee relaciones profundas y comprometidas con el otro”, analiza Vallejo.
Sosa cree que hay cuestiones generadas por la casualidad y por la causalidad. La primera podría ser que de repente a una persona se le ocurrió pasar Bob Marley en la radio, la gente lo escuchó, otro se puso una remera de él, otro como vio la remera se puso a escucharlo, después otro al escuchar Bob Marley se interesó por su historia, se enteró que apoyaba al Movimiento Rastafari y se interesó por averiguar lo que era. Así se van formando las relaciones casuales. En el segundo caso, la causalidad sería la actitud de buscar un grupo donde haya una necesidad de paz por la situación de violencia que se vive en la actualidad.
Con miradas diferentes, los dos comparten la idea de la realidad sociopolítica actual. Una realidad que está dominada por la violencia, las guerras, la discriminación y que en vez de unir, separa. Este vacío que se produce estaría llenado completamente por un grupo que pregone la paz y trate de unir los pueblos. A pesar de que la esencia se pierda en el largo camino de Jamaica a Argentina, la idea de la unión persiste en la imagen colectiva.
-¿En Buenos Aires hay seguidores fieles del Movimiento o la gran mayoría sólo sigue una imagen?
“Hay gente que es fiel, también hay muchos otros que ni siquiera están interesados por su historia. Ellos quieren la vuelta del panafricanismo a África y lo gracioso es que acá ni siquiera hay negros. Están apoyando una causa de la cual tal vez ni siquiera son parte”, sostiene Sosa y agrega: “También están presentes los adolescentes que buscan una identidad y se hacen las rastas, se ponen una remera y seguramente al poco tiempo estén buscando identidad en otro lado. Esa gente no está identificada con el Rastafarismo, pero es un pobre pibe que está buscando un lugar donde pararse.
El hombre busca constantemente pertenecer para no sentirse solo y cuando se encuentra “aislado” dentro de un grupo puede estar dispuesto a adoptar los valores de conjuntos a los que no pertenece. Ahí es donde se produce el vacío, cuando se trata de formar parte de algo que no se conoce, sólo por querer ser reconocido.
Sobre si el Rastafarismo puede considerarse como una religión aceptada, tal como lo son el Catolicismo y el Judaísmo, los tres entrevistados coinciden en su postura. "No creo, dichas religiones tienen una historia de miles de años y de grandes seguidores, en cambio los Rastas conforman un Movimiento con una historia ‘nueva’ por decirlo de alguna manera", expone Vallejo. Por su parte Delgado dice que no los ve en América latina y en Argentina como a una minoría importante. Finalmente Sosa sostiene: "A favor el Rastafarismo tuvo al reggae para ser reconocido. En contra, a su vez, el reggae tapó mucho a la religión. A veces uno escucha: ‘Mirá a este Rastafari’ ¿Y por qué se dice eso? Porque tiene rastas y escucha reggae. No se piensa que es Rasta porque cree en Haile Selassie. Creo que el reggae lo distorsionó mucho y ahí es donde entra en juego el papel del estereotipo".
Sobre esto se puede considerar también cuál es la referencia que se tiene de este conjunto. Existen los grupos de referencia positiva que son los que comprenden la asimilación motivada de las normas o de los patrones de grupo como una base para la autovaloración. Por otro lado, están los grupos de referencia negativa que comprenden el rechazo motivado, es decir, no solo la no aceptación de las normas, sino la formación de contranormas.
El Movimiento Rastafari se caracteriza por el rechazo de las normas impuestas, este también es un motivo que coopera para que la sociedad no tenga una buena imagen sobre ellos.
Por último, los tres expresan que acá ven muy difícil un reconocimiento como religión a futuro. Lo que creció fue gracias a la música y el Rastafarismo va a seguir creciendo a medida que ella crezca. Siempre va a ser tapado por eso, pero no va a ser reconocido como puede serlo el Cristianismo porque está asociado a un estilo musical y está identificado como un estereotipo, concluye Vallejo.